¿Qué es esto? –se pregunta  Gus Gorman mientras abre un sobre que le acaban de dar, con su nómina.

 ¡El primer sueldo! -le contestan-.

- ¿El primer sueldo? Yo diría que el primer robo. Hablamos de 225 dólares a la semana... no? ¡Y aquí dice 143.80! ¡Cómo no quieran que viva del aire! ¡Impuestos del estado, federales, seguridad social!

- ¡Así tendrás mas jubilación a los 65!

- ¿Me darán mi dinero a los 65? Pero yo lo quiero ahora. Disfrutar en mi juventud, pasarlo pipa y bailar mucho. El bugui, bugui, bugui.

- En realidad debes ganar 143 dólares, con 80 centavos y medio. Es costumbre redondear en las grandes compañías, pero siempre redondean a su favor, naturalmente -le contesta el amigo.

- ¿Y que hago yo con medio centavo? ¿Comprar un ratón  pura sangre? Resumiendo: que esa fracción se pierde.

- Yo no diría que se pierde. No puedes perder lo que no tienes.

- ¿Todos esos medios centavos se los guarda la compañía? -pregunta Gus.

- No, no es eso. No se molestan en coleccionar el medio centavo de tu paga. Tú tampoco lo harías.

- Entonces, ¿qué pasa?

- ¡No sé! Se quedan flotando en el aire. El ordenador lo sabrá.

- ¿Cuántos terrones? -pregunta, a la vez que le echa café.

- Uno y medio -dice Gus, pensativo.

La jornada de trabajo está finalizando.

- ¡Ya es hora de irnos! ¿Te vienes, Gus?

- Sí. Digo... no. Todavía no he terminado el trabajo.

- ¡Haciendo horas extras,  eh! ¿Qué buscas, pelota? ¿Subida de sueldo?

- ¡Eso! ¡Que me suban el sueldo! - comenta mientras  programa el ordenador para que todos los medios centavos de las nóminas se ingresen en una cuenta a su nombre.

Al día siguiente, entre emoción y júbilo, un jugoso cheque semanal, con 85.789.90 $, llega a sus temblorosas manos.