Chuck (Nick Stahl) es un chico de 12 años, con
problemas psicológicos y escolares. Es huérfano de padre y vive con su
madre, que ya se ha divorciado tres veces, y con dos medias hermanas
(Gloria y Megan), cada uno de un padre.
Quiere ingresar a una
academia militar donde ya ha suspendido el examen, pero le queda otra
oportunidad. Chuck necesita un tutor, que lo ayude a tener más seguridad
en si mismo, y también a estudiar.
En el pueblo costero donde pasan sus vacaciones, en
una isla de Maine, vive
también un misterioso personaje, el señor MacLeod (Mel Gibson), un antiguo
profesor que vive alejado del mundo desde que se quemó y desfiguró el
rostro como consecuencia de un accidente de automóvil en el que murió un
niño, motivo por el cual fue procesado y condenado a tres años de prisión.
Una vez cumplida la condena, vuelve a su pueblo, tratando de pasar
desapercibido, lo cual fomenta aún más ciertos rumores.
No
quiere ningún tipo de compasión hacia su persona. Vive apartado de todos y
sobre él se tejen distintas habladurías, una peor que otra. Chuck logrará
que el profesor acepte el desafío de prepararlo, brindándole a cambio su
amistad y su confianza.
Mel
Gibson demuestra maneras y talento en su debut como director con esta
sencilla pero entretenida historia, con un relato muy bien llevado y un
muchacho que magistralmente lo borda, sin llegar a resultar cargante como
pasa en otros filmes de jóvenes intentos de estrellas.
La
amistad y la lealtad, el sinsentido de una madre que se toma el matrimonio
como un juego, y los grandes perdedores en estos casos: los hijos (Chuck
tiene dos hermanastras y los tres han tenido padres distintos).
La
trascendencia de la crítica y la murmuración hasta la calumnia; el valor
de la verdad, y de que al menos un amigo crea en ti aunque nadie más lo
haga; la belleza de la vocación de la enseñanza que no resuelve problemas
sino que plantea preguntas y orienta a que sea el mismo alumno quien las
descubra. También es magnífico cómo el profesor hace posible que Chuck se
interese por la poesía y por el teatro y sin dejar de ser un niño al que
le encantan los cómic. El enriquecimiento será mutuo, pues también Justin
recupera la alegría de vivir con los progresos de su pupilo.
Un
tema presente en toda la película tiene precedentes: la belleza de una
persona está en su modo de ser, en su integridad y en la altura de sus
cualidades humanas, fundamentalmente las morales. "Cyrano de Bergerac" y
"La bella y la bestia" serían películas que como "El hombre sin rostro"
hacen olvidar al espectador la apariencia física deforme de alguien a
quien se va conociendo cada vez mejor.
Escena:
0:39:56 - 0:41:49 (ESCENA
1)
En
una de sus lecciones...
-
El estúpido muchacho cava un hoyo de un metro, suponiendo que haya hecho
el cubo correctamente, ¿cuál será el volumen, si rellena la mitad?
-pregunta McLeod-
El estúpido muchacho quiere
plantar un poste en el centro de un círculo, pero, ¿cómo encontrar ese
centro? piénsalo, razona. No, toma. Traza un círculo A, B, C. Traza una
línea recta entre A y B. Ahora bisecciona AB en D y traza una línea recta
DC que forme ángulos rectos con AB. Ahora traza otra línea recta AC.
Bisecciona AC... y ya tienes el centro del círculo. Ésta es la proposición 47 de Euclides
-dice McLeod- y
ésta es de Pitágoras. En un triángulo rectángulo... el cuadrado de
la hipotenusa es igual a... ¿a qué?
-
A la suma de los cuadrados de los catetos, señor
-completa el chico.

Si
movemos el punto C se puede observar que siempre pasa por el centro,
veremos cómo pasa siempre por el centro.
Escena:
01:35:00 - 1:37:44 (ESCENA
2)
Chuck coge un coche y,
chocando y sorteando todo lo que se le pone por delante, sin casi llegar a
ver por encima del volante, se v a ver a MacLeod:
- ¡Señor MacLeod! ¡Señor
MacLeod!
-grita el niño.
- No me permiten hablar
contigo Norstadt. Tienes que irte.
- ¡No, no! Quiero
saber!
- ¡Tú siempre quieres
saber!
- ¡Quiero saber la
verdad!
- ¡Ahhh! ¡¡¡Sobre qué
en particular, la vida, la religión!!!!
- ¿Porqué estuvo en
la cárcel?
- Porque me
condenaron por homicidio involuntario, puedes comprobarlo.
- ¿Y lo hizo? Me
refiero al chico que iba en el coche, ¿usted, lo molestó?
- ¿Tú qué crees Norstadt?
- ¡Deje de actuar
como profesor y dígamelo!
- Creo que ya tienes
tu propia opinión, ¿verdad que sí?, seguro que me he caído de ese pedestal en
el que me habías puesto, ¡o apruebas o suspendes! ¡no es eso!
- ¡Yo ya no sé qué
pensar! ¡No lo entiende!
- ¡¡No, no! ¡¡ Eres
un perezoso, no he conseguido enseñarte nada!!
- ¡¡¡Dígamelo!!!

- ¿Acaso he abusado
de ti?, ¿he intentado tocarte de algún modo que no fuera amistoso? Piensa
Norstadt, razona, ¿podría hacerlo?, ¿te imaginas que podría hacer algo
así?
-el niño niega con la cabeza-,
¿y qué piensas del
pasado?, ¿qué crees?
- Dígame que no lo
hizo y yo le creeré
- ¡No!, ¡No señor!,
¡¡¡No he trabajado todo el verano para que copies en esta pregunta!!!
- ¡Lo siento! ¡No
sabía qué pensar!
- Tranquilízate, no
es culpa tuya. Eres un buen estudiante, muy buen estudiante. Vete ya.
- Adiós.
- “Secare teo”
La importancia de enseñar al alumnado a pensar por
si mismo... todo un reto... ¡y todo un objetivo!
- ¡No se puede enseñar si no hay confianza!
-dirá MacLeod más adelante, en una entrevista-juicio
Escena:
01:45:54 - 01:47:12 (ESCENA
3)
- Hola Norstadt, lo
siento pero no me está permitido verte, no me permiten hablar contigo, ni
tampoco escribirte esta carta. Éstas son mis concesiones y sus
condiciones, o lo que supongo que cualquier buen profesor llamaría una
lección sobre las dulces mieles de la injusticia. Pero, por extraño que
parezca eso no debe ser motivo de aflicción, porque tú conoces la verdad.
Y ahora sé que uno puede superar un papel, por muy triste que este sea. Tú
me lo has enseñado. Me has dado algo que no esperaba volver a encontrar,
el regalo de tu confianza y de tu amistad, y nadie puede quitarme ese don.
Lo mejor está aún por llegar Norstadt, así que hazlo bien.
Tuyo como siempre, tu
profesor,
Justin McLeod”

La gente pasa demasiado tiempo pensando en el
pasado y... ¡el pasado ya no está!
MacLeod
(Mel Gison) "El hombre sin rostro", 1993
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