"El Florido Pensil" es un reflejo, en clave de humor, de la educación de
varias generaciones de españoles de la posguerra, entre las décadas de los
cuarenta a los sesenta en la que se desarrolla la acción.
La película, basada en el libro homónimo de Andrés Sopeña, narra la
infancia de autor, cómo era su quehacer diario en la escuela y en el
pueblo, con especial énfasis en el sistema educativo nacional-católico.
Con una gracia y un humor irresistible, Sopeña adulto (Emilio Gutiérrez
Caba) evoca, desde el presente, sus recuerdos de entonces: la escuela
cotidiana, la radio local, los tebeos de Roberto Alcázar, el cine de los
jueves con Franco inaugurando pantanos y "Yon Güein" persiguiendo y
matando indios. A través de la mirada infantil de un Sopeña niño (Daniel
Rubio) y de sus compañeros de escuela se descubre -con una eficaz
comicidad no exenta de ironía- una manera de entender el mundo, la
sociedad y una España "de glorias florido pénsil", tal y como se cantaba
en el himno nacional de aquellos años.
Escena:
0:08:33 - 0:09:19 (Escena 1)
Podemos apreciar el quehacer diario en la esuela, las anécdotas, las
aventuras, las gamberradas, las costumbres del maestro y su relación con
el aula, con una férrea disciplina; en esta primera escena vemos unos
ejercicios de cuentas en la pizarra, concretamente 66240x316 y
43456:98, tal y como lo podríamos ver hoy en día, aunque en fotocopias.

Escena:
0:24:55 - 0:26:25 (Escena 2)
Mi padre solía ayudarme con los
ejercicios de aritmética -comenta
el narrador- Una vez, gracias
a él y a su lógica aplastante resultó que no me castigaron:
En un cesto hay 36584 huevos. ¿Cuántos pares e huevos contiene?
- 18292
-contestan algunos alumnos.
- ¡Es imposible!
-dice Sopeña.
- ¿Cómo dice?
-pregunta intrigado el maestro Don Julián-
¿Cómo que es imposible? Vamos, Sopeña, explíquese.
- Es imposible. Por los huevos de abajo. Ante tanto peso los huevos
de abajo se aplastarían y en lugar de huevos el cesto contendría una
pringosa mezcla de yema y cáscaras - uf, ¡qué asco!

Escena:
0:36:00 - 0:37:53 (Escena 3)
Yo de mayor quiero ser andarín
-le dice Sopeña a su padre-
ganan mucho. Sí, mira:
Un andarín gana 614.50 pesetas por kilómetro que anda. ¿Cuánto vendrá a ganar
por cada hectómetro, decímetro y metro recorrido?
-leyéndole un problema de clase.
Y este otro. Dos caminantes se dirigen uno hacia el otro. La
distancia que los separa es 300 kilómetros. Uno camina a 8 km por hora y
el otro a 7 km por hora. ¿Cuántas horas tardarán en encontrarse?
- ¡Sopeña!
-dice el maestro al día siguiente en el colegio
- Es que no lo he hecho.
- ¿Cómo que no lo ha hecho?
- Porque faltan datos.
- ¿Que faltan datos? -y
lo agarra de a oreja, llevándolo al encerado y explicándose.
- Pues eso, que faltan datos.
- ¿Qué co... córcholis
le falta al problema.
- Pues que no dice cuánto tiempo paran para comer, ni para dormir, ni para
evacuar...

Escena:
0:46:08 - 0:48:02 (Escena 4)
Con el ejercicio 436, el de las gallinas, lo pasamos estupendo-sigue
diciendo el narrador.
Se admite que una gallina libre se come 365 insectos diarios, según esto, ¿cuánto
tiempo emplearían 20 gallinas en comerse 60000 insectos? Facilísimo.
Así que se fueron a ver gallinas y a jugar con ellas.
Papá, no entiendo este problema.
Un torero ha cobrado 20600 duros por torear durante hora y media. Si de
ellos ha tenido que pagar 18600 pesetas a la cuadrilla, ¿cuántas pesetas
ha ganado por segundo?
Cobrabas en duros y pagabas en pesetas. ¡Eso era lo mío!

La película ofrece diferentes notas de costumbrismo e
ironía a través de las situaciones creadas como consecuencia de los
problemas diarios de las gentes del pueblo que ven discurrir sus vidas
entre radionovelas, partes diarios de Radio Nacional, NODOS, películas y
cinematógrafos al uso.
A través de los ojos de unos chavales, sentimos sus
inquietudes, sus miedos, su interés por los tebeos y su crecimiento pese a
los problemas hasta llevarnos a zonas unas veces nostálgicas y conmovedor
y, otras, divertidas e ingeniosas. Detrás de este compendio de recuerdos
infantiles, ocupa un lugar destacado el clásico 'maestro nacional', y el
cura de la época. Un sacerdote, profesor de religión, autoritario e
inflexible ante los “pecados” de los niños y exigente a la hora de
preguntarles el catecismo, que deben de conocer al pie de la letra.
Los chicos, con la inocencia propia de su edad, hacen
frente a los conflictos y dificultades de la vida familiar y social de
aquellos años con gracia, travesuras y, en el fondo, con una innegable
capacidad de raciocinio.
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