En un barrio moderno
y anodino, donde todo está excesivamente organizado, viven monsieur
Arpel, su esposa y su hijo Gérard, que se aburre soberanamente. La
llegada de su tío, monsieur Hulot, un personaje soñador y lleno de
fantasía, alterará ese mundo tan aséptico, sobre todo porque no tarda en
convertirse en el mejor amigo de su sobrino.
Escena:
00:24:35 - 00:25:13
00:28:23 - 00:28:56 (ESCENA
1 y 2)

Escena:
00:03:11 - 00:03:40 (ESCENA 3)
En esta ocasión
conocemos a la remilgada parentela de Monsieur Hulot (Jacques Tati), los
Arpel, a quienes visita con frecuencia en su ultramoderno chalet, muy
organizado y ordenado, provisto de los más avanzados
electrodomésticos (sólo la cocina, inmaculadamente blanca, ya es una
compleja sala de máquinas donde sentirse
perdido) y decorado con un estilo tan vanguardista como poco acogedor y
funcional. Cada perro en su sitio.

Escena:
00:30:01 - 00:31:43
00:59:40 - 01:01:21 (ESCENAS
4 y 5)
Su oronda y avasalladora hermana –siempre
pasando un trapo para eliminar la suciedad inexistente y presumiendo de su
vivienda “inteligente” ante los conocidos–, su cuñado –aburrido empresario
del plástico, cede a los caprichos de su esposa– y su sobreprotegido
sobrino, Gérard –con quien Hulot comparte una entrañable amistad teñida de
complicidad, pese a que el padre del niño no lo vea con buenos ojos–
forman la típica familia burguesa que cae en los más ridículos
comportamientos movidos por la apariencia, ese "querer ser" de cara a la
galería y la posesión material como reafirmación de su estatus. Este
solterón larguirucho es el elemento que desentona en un ambiente no
concebido para él. Su acostumbrada torpeza, junto a sus descuidos,
generarán una serie de situaciones calamitosas cuando el Sr. Arpel le
ofrezca un empleo en su fábrica y la Sra. Arpel se empeñe en emparejarlo
con su sofisticada y boba vecina. Al intentar remediar el entuerto, la
buena voluntad de Hulot provocará otras desgracias...

Escena:
01:17:36 - 01:18:20 (ESCENA 6)
Pero Tati también es
consciente de que cada infraestructura da pie a unas relaciones sociales
de distinta índole, y por eso no sólo centra su atención en la relación
entre sujeto y objeto, o sujeto y medio, sino también en las conductas y
relaciones que nacen en cada entorno.
Se puede encontrar,
además, en la figura del pequeño Gérard una crítica a los sistemas
familiares, con esos padres trabajadores que se distancian de sus hijos,
más cercanos, afectivamente, a otros parientes como sucede con Hulot y su
sobrino.

Escena:
00:10:37 - 00:11:40
00:47:23 - 00:49:13 (ESCENAS 7 y 8)
Para reforzar lo absurdo de las pautas de comportamiento de la clase
acomodada, Tati crea un marcado contraste entre dos formas de entender la
vida, dos mundos separados por el dinero pero también por la noción de
hogar o de tiempo de ocio. Así, en otro punto de la ciudad nos presenta el
humilde barrio de Hulot, un ambiente sencillo en el que sobrevive la
cordial y vivaracha dinámica de un pueblecito, con sus gentes reunidas en
el mercado y las calles llenas de actividad. Nada que ver con el frío e
impersonal vacío que reina en la parte alta. Lo mismo se podría decir del
edificio donde vive Hulot, antiguo y de acceso difícil, pero lleno de
vida, frente al chalet de los Arpel, esnob, gélido y poco práctico.

Escena:
01:47:08 - 01:49:02 (ESCENAS 9)
En el plano
argumental, "Mi tío" dispone de una mayor complejidad que su anterior
trabajo, con distintas subtramas que buscan resolverse, paralelismos,
oposiciones, metáforas, contrapuntos y más cambios de escenario. También
los diálogos, sin llegar a dominar en ningún caso el relato, adquieren una
presencia más consistente.
Monsieur Arpel y
Gérard van al aeropuerto para despedir a Hulot y allí descubrirán la
amistad que debe unir a un padre y a su hijo.

El film concentra algunos de los gags visuales más conocidos de Tati. Por
poner sólo unos ejemplos, las mangueras que se convierten en salchichas,
el surtidor de agua en forma de pez o el ya mencionado de la cocina.

Observamos una
serie de gags completamente vinculados al propio decorado de la acción,
tanto en la casa de Hulot (cuando le vemos ascender hasta su piso por el
laberinto de escaleras, a través de las aberturas de la fachada) como en
la de los Arpel (las sombras en las ventanas redondas que las hacen
parecer dos ojos observando el exterior).

Hulot continúa
encontrando en niños y animales un alma gemela, ya sea porque, al
contrario que los adultos, le aceptan tal como es e incluso le admiran (su
sobrino Gérard), ya sea porque agradecen su bondad (el canario que canta
cuando le proporciona la luz del sol), ya sea porque los identifica como
seres libres, no atados por las convenciones sociales (los perros
callejeros). Por ello, también opone el mundo acartonado de la burguesía y
el de la clase trabajadora. En el caso de los niños, a quienes les destina
varias secuencias, la casualidad hace que su sobrino se vea seducido por
las inocentes trastadas de una banda de pillos. De igual manera, el perro
salchicha de su hermana, vestido con una tela de cuadros, se mezcla con
los perros vagabundos que buscan comida entre los cubos de basura.
¿Un homenaje al cine
mudo?
Comentario:
Con esta nueva
incursión humorística, filmada en color, Tati modera un tanto la carga
hilarante que prevalecía en disparatadas películas anteriores. El discurso
de "Mi tío", aún dejando todavía espacio para la carcajada, cede más
terreno a esa sonrisa sostenida que embarga al espectador cuando reconoce
la aguda disección que concede la ironía y se siente considerado por el
autor como un receptor inteligente y partícipe activo de la obra. El
realizador francés levanta aquí una crítica mucho más ácida contra la
sociedad moderna, tecnificada y deshumanizada, en base a dos ejes
narrativos: la industria de mangueras de su cuñado y la vivienda familiar
de su hermana, ese domicilio completamente automatizado puesto al servicio
de una nueva clase media-alta regida por lo superficial y lo frívolo, y
con unas pretensiones de progreso tecnológico.

Esta prisión
mecanizada afecta tanto al obrero como al ama de casa. Véanse los
problemas con que se encuentra Hulot cuando entra a trabajar en la empresa
de tubos de plástico o intenta conseguir un vaso en la cocina de su
hermana.
El uso de planos
generales para captar mejor todos los detalles y el clima que se respira
en cada lugar, y la atención que se les concede a todos los caracteres
secundarios son otras constantes que se repiten.
Película de visionado
obligado que se convierte en un divertido bisturí que abre en canal los
males de la sociedad moderna sin salirse nunca de los amables márgenes del
Universo Tati.
Premios
Oscar Mejor Película
de habla no inglesa en 1959, Premio Especial del Jurado en Cannes’1958 y
Mejor Película Extranjera en New York Films Critics Circle Award’1958.
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