En la periferia de
una ciudad cualquiera en la actualidad hay un lugar lleno de polígonos
industriales e hileras de casas idénticas entre sí. Allí, Abe y Aaron, dos
ingenieros, trabajan durante el día junto con otros compañeros en un
garaje produciendo tarjetas para ordenador de una gran empresa.

En su
tiempo libre, desarrollan un ambicioso ingenio que debería reducir la masa
de los objetos bloqueando la fuerza de la gravedad. Así, descubren por
casualidad que el aparato en cuestión tiene unas aplicaciones totalmente
inesperadas: consiguen pequeños desplazamientos en el tiempo.

Amplían el dispositivo
para que pueda actuar sobre personas. Enseguida caen en la tentación de
trasladarse a sí mismos al pasado, 48 horas tan sólo, intentando
aprovechar el privilegio que la situación permite para realizar
operaciones bursátiles con beneficio seguro. Pero, una vez que han
aprovechado la oportunidad, van a tener que enfrentarse a las
consecuencias. Al viajar a un pasado próximo, se crea una realidad
bidimensional en la que dudamos continuamente cuándo está ocurriendo lo
que estamos viendo; tenemos "dobles" en el tiempo, y las fronteras que
separan el presente del futuro y del pasado se presentan más difusas
progresivamente.

El presente no
tiene necesariamente que serlo, y el pasado actúa como presente así como
el futuro ya no sería futuro, sino presente. El tiempo se solapa por
necesidad, y por si fuera poco los personajes ocultan información a
destajo.

Dentro de este puzzle
esquizofrénico encontramos, como era de esperar, recursos formales de un
talante trasgresor, casi subversivo, como la secuencia de la casa en la
que vemos cuatro ventanas sobre fondo negro, tal cual se tratase de cuatro
series de fotogramas colocados uno encima de otro: no se trata de otra
cosa que nuevamente la metáfora de la "velocidad del tiempo" y su
plausible fluctuación.

Empieza un
complejo desarrollo lógico y surge el drama ético.
Escenas seleccionadas de
contenido matemático
Escena:
0:23:03 - 0:25:43 (ESCENA
1)
- Pensamos que
estábamos bloqueando la gravedad, pero estábamos haciendo mucho más que
eso. Cuando estabas controlando la alimentación, ¿te has dado cuenta de si
era parabólica? Las parábolas son importantes. Mira esto.
- No sé , Abe.
- Voy a empezar, y la
dejaré en marcha 60 segundos, sin nada dentro, está vacía.
- 22...
- En las
ecuaciones que escriben el movimiento...
- ¡Espera,
espera un momento!.
- En los
diagramas de Feyman la única variable que puedes convertir en negativa y
conseguir respuestas no es la masa.
- Ha pasado 1
minuto. 22 horas. 27 minutos en la caja. ¿Cuántos minutos son? Son
1347 minutos. Es impar. ¿Cómo sabías que era impar?

- Te explicaré lo que está
pasando. Hay un punto A y un punto B. El punto A está a las 12 y el punto
B a las 12:01. Ponemos en marcha la máquina con el tentetieso en el punto
A . Normalmente se mueve hacia el punto B, cuando llega a él la
alimentación disminuye en forma de parábola hasta que se para, pero no lo
hace, vuelve hasta el punto A, y cuando vuelve al punto A, ¡haz la curva!,
ahora el tentetieso ha experimentado un total de 2 minutos y de nuevo se
curva, vuelve hacia atrás, se curva en forma de parábola y lo hace unas
1300 veces y cuando sale por el punto B ha realizado un número impar de
viajes, hacia adelante y hacia atrás
- ¿Por qué son 1300?
- No lo sé, hay
alguna otra probabilidad, cada vez que llega al punto B hay una
probabilidad muy pequeña, de que no se curve hacia el punto A y por alguna
razón realiza unos 1300 viajes antes de hacerlo, pero tiene que salir,
porque sino no podría haberlo después.
- Sí, 22 horas,
14 minutos.
- 1334 minutos,
¡es par!. Entra por el punto B y sale por el punto B.
Comentario.
Muchas han sido las
películas que han tratado el viaje por el tiempo, al pasado o al futuro,
con diferentes objetivos: aventuras, análisis y reflexión de las
diferentes sociedades, etc.
Lo novedoso de Primer
reside en su autor, Shane Carruth, un licenciado en matemáticas que, harto
de su trabajo como ingeniero, decide un buen día retomar su vocación de
escritor. Quizás al ser un experto en la resolución de problemas, supo
aplicar dichas aptitudes al estudio del cine y dirigir, guionizar,
interpretar, producir, componer la música, montar y fotografiar éste, su
primer largometraje.

Recrea de manera
verosímil el proceso de descubrimiento, repleto de dudas, intentos,
razonamientos e intuiciones. La ambientación se desarrolla en la
actualidad, con unas variaciones temporales muy pequeñas, horas, días,...
en lugares habituales, muy cercanos al espectador: casas convencionales,
polígonos industriales en las afueras de una ciudad.
Los diálogos están
repletos de terminología matemática, física, pero cotidiana, dando
verosimilitud a la historia.
Una vez realizado el
descubrimiento, el relato es puramente matemático:
“Se trata de partir
de una premisa y de seguirla de una manera interesante hasta una
conclusión lógica”,
dice Carruth.
Al plantearse qué efectos
puede tener el encuentro de los personajes con sus “dobles” en el pasado y
cómo neutralizar cualquier posible variación de la cadena de
acontecimientos, el film sigue el método hipotético deductivo. La
trama es presentada y resuelta como un auténtico problema matemático. Es
por eso que se dice que se trata de cine matemático; y
no tanto porque en sus diálogos se citen conceptos matemáticos, como
parábolas, la paridad del número de trayectos entre el presente y el
pasado como clave para que el viaje sea con o sin retorno, bucles,
permutaciones, paradojas, recursividad, simetría, etc.
Carruth quería que el
sonido de la película fuese tan realista como su imagen. Para crear el
zumbido de la máquina del tiempo, por ejemplo, utilizó un molinillo
mecánico y un coche, entre otras máquinas.
Se puede decir que
fue un autentico hombre - orquesta en la película, hizo de todo, y siempre
quería dejar clara su formación y su forma de pensar:
“Hay una parte muy
importante de las matemáticas que no trata solamente de números.
Se trata de quienes tienen delante un problema que parece irresoluble y
que, sin embargo, si lo diseccionas puedes resolverlo”.
"Que sean los pequeños detalles
los que vayan revelando una perspectiva mayor. Primer
podía ser un relato convincente sin necesidad de neones, efectos
especiales ni cortinas de humo. La estética de los rayos láser, extraterrestres y
esas cosas no me va. La ciencia ficción es una de las mejores herramientas
de que dispone un escritor, porque te permite abordar temas universales,
cosas inherentes a haber nacido en este planeta, y eso es lo que me parece
realmente interesante”.
Premios
Gran Premio del
Jurado. Festival Internacional de Cine de Sundance 2004.
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