La
primavera no es una época feliz para los neuróticos. Con la llegada de
las flores, del polen y de la revolución de las hormonas, también se
acelera y se dispara la infelicidad entre quienes tenemos un cable
suelto.
Pero eso no nos convierte en enfermos o diferentes; es más hay
estadísticas que aseguran que más de un 98% de la población tiene algún
tipo de neurosis. Las hay de todos los tipos y cada una es especial;
desde el que se obsesiona con un deporte, con un trabajo o un hobby
hasta quien necesita provocar un terremoto a su alrededor cada vez que
se toma más de un cubata.
Yo misma soy un trastorno andante. Aunque conviene dejar claro que no soy de la que salgo a la calle con un embudo al revés sobre la cabeza, sí que es verdad que me cuesta encontrar el punto medio a las cosas. O me leo siete libros de una tacada o no leo en un mes; o me gusta todo aquello que me cruzo en los escaparates o aborrezco la moda; o amo a mi pareja profundamente o simplemente me irrita todos y cada uno de sus gestos.